En estos últimos meses estoy viviendo una experiencia muy dolorosa para mí, que me ha quitado muchas horas de sueño, que me ha producido mucha rabia y frustración, también en ocasiones tristeza, y que ha ocupado mucho espacio en mi mundo interno en este tiempo.
Es una vivencia que tiene que ver con una persona adulta que ha dañado a uno de mis hijos, y a mí a través de él. Quiero aprovechar esta experiencia para hablar sobre el perdón y sobre cómo estoy yo elaborando ese proceso.
Desde ya hace algún tiempo estoy muy conectada con la importancia de perdonar desde el corazón, desde el alma. Esto supone para mí, reconocer el dolor y el daño que me ha causado el otro y una vez transcendido, hacer una reflexión profunda de para qué he vivido ese dolor, de qué tengo que aprender de esa experiencia que he vivido.
Con esta persona me ha sido imposible todavía hacer ese proceso de perdón más elevado y esto me ha recordado, que antes de perdonar desde el alma, necesitamos hacer un proceso de perdón psicológico, transitando las emociones que ello genera.
La rabia ha estado muy presente para mí, que es una emoción que se desencadena ante situaciones que vivimos como injustas y que atentan contra nuestro bienestar y felicidad. Es una emoción muy potente, que moviliza nuestra energía hacia atacar o defendernos.
También he sentido mucho miedo. Miedo a que mi hijo sufriera, a que mis palabras tuvieran consecuencias con él, a no estar haciendo las cosas bien… El miedo es una emoción que nos avisa de que estamos ante un peligro y nos ayuda a protegernos, preparándonos para la lucha, huida o parálisis.
También tristeza, he llorado mucho por esa situación y también me he tragado otras muchas lágrimas. La tristeza es una emoción que nos cuenta que una situación es dolorosa para nosotros y nos ayuda a despedirnos y a transitar los duelos. Nos ayuda a dirigir nuestra mirada hacia dentro y también a desarrollar la compasión y por lo tanto los vínculos.
En este momento creo que estoy transcendiendo todo eso
Quizá la rabia no del todo, pero voy a ser compasiva conmigo, porque esto es un proceso que lleva su tiempo y también la realidad es que esta persona no me lo está poniendo nada fácil, porque no para de generar daño.
Estoy entendiendo dentro de mi propia historia por qué me ha dolido tanto y tomando consciencia de para qué la vida me ha puesto esta experiencia, para extraer el aprendizaje que necesito, con la intención de evolucionar y de crecer. Y que yo piense que esta experiencia seguro tiene un bien para mí y también para mi hijo, no quiere decir que yo no tenga que transitar las emociones que ella genera, sobre todo la rabia que me ayuda a tomar consciencia de que esta situación es injusta para mí y para él y me ayuda a equilibrar el vínculo con la persona que nos ha hecho daño. Tú me has dado en negativo y yo voy a devolverte en negativo también, pero un poco menos para que no se genere violencia, así recuperamos el equilibrio y yo puedo soltarte. Si yo no perdono sigo en una conexión contigo que me daña y me quita energía.
Espero que esta experiencia os sirva y quizá aporte una mirada diferente del perdón, desde mi punto de vista más liberadora y más auténtica, ya que desde que nacemos nos vemos inmersos, unos más y otros menos, pero tod@s, en situaciones injustas y dolorosas, que tenemos que transcender, elaborar y perdonar.
Maria Aguado es psicóloga registrada en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Especialista en terapias para personas con alta sensibilidad, para afrontar procesos de duelo o Abuso narcisista, y maternidad consciente.