¿Por qué me siento siempre culpable?

El otro día hablé con una persona que me hizo reflexionar muy profundamente sobre la culpa, sobre esa parte de mí que tanto reconozco y que he llevado conmigo durante tanto tiempo. A la vez esa parte que sale casi siempre en las sesiones, en las personas que han vivido trauma, y que supone muchas veces un lastre para avanzar y para crecer.

Me siento tan agradecida de que salgan esos temas en las conversaciones que tengo…Me siento muy agradecida de las personas que están en mi vida, da igual en qué lugar, que tanto me enseñan, que tanto me nutren, que tanto me muestran mis sombras y mis recursos, que tanto me ayudan a profundizar en mí y a hacer mis reflexiones, para luego ponerlas al servicio de quién así lo quiera.

Cuando somos niñ@s y vivimos en contextos negligentes o agresivos, no tenemos una mamá o un papá que nos muestre que nos quiere, que nos proteja o que nos ayude a regularnos. Y como no podemos integrar que no lo hacen,  porque no pueden o porque no quieren, muchas veces aprendemos a sentirnos culpables y responsables de lo ocurrido.

La culpa nos da seguridad. Nos instalamos en ella sin consciencia y tomará mucha fuerza en nuestros vínculos en el futuro, se presentará de forma automática y sin darnos cuenta. Guardamos en nuestro mundo interno la culpa, porque fue una parte protectora y nos da seguridad. Luego pasa el tiempo y te ves en relaciones adultas, en las que no recibes lo que necesitas, pero aun así te sientes culpable y no puedes irte. La culpa es como una anilla de hierro que te atrapa el tobillo y no te deja marcharte, con la fantasía de que si algo cambia en ti, la relación va a funcionar. Pero la realidad es que no funciona, nunca funciona, o por lo menos no depende solo de ti que funcione.

La única verdad es que yo no soy culpable de que mamá o papá no me dieran lo que necesitaba. Nunca un niñ@ tiene la culpa de que un adulto no pudiera o no quisiera satisfacer sus necesidades. Y a veces duele más, no lo que pasó y te rompió, sino lo que hubieras necesitado que pasara y no pasó.

Ahora que soy adulta y ha pasado mucho tiempo, aunque reconozco esa parte de mí que tiende a sentirse culpable algunas veces, me siento más responsable y capaz de irme de relaciones en las que no me dan lo que necesito o que me dan lo que no quiero, y de darme a mí misma todo eso que necesité y no me dieron. Además, tengo bien integrado dentro de mí, que cuando puedo dármelo yo misma genial, pero cuando yo no puedo sola, siempre puedo contar con otros que me ayuden o me guíen en el camino. Siempre que lo necesito busco ayuda para sanar.

Por eso animo desde aquí a todas las personas que me leen, que seguro habéis vivido trauma en mayor o menor medida y todavía os duele, que os animéis a poner foco en la culpa, a entender su función positiva, a liberarla y atenderla con compasión, para que nunca sea una cadena que ate vuestro tobillo o una mochila que llevéis en la espalda. Y sobre todo que pongáis toda vuestra energía en daros todo aquello que os faltó, con ayuda si no podéis solos, el amor incondicional, la atención, el respeto, el contacto, el reconocimiento… Date todo esto desde el corazón.