Llevo días reflexionando sobre la importancia de lograr un equilibrio entre controlar y soltar. Un equilibrio entre actuar para construir lo que yo quiero que ocurra y soltar a la vida, para que una vez que ya he hecho todo lo posible, sea lo que tenga que ser, con la confianza y la seguridad de que eso será lo mejor para mí.
Me encuentro a menudo una de estas dos polaridades en las personas que vienen a mi consulta y me atrevería a decir que muchas veces esto es el origen último de sus dificultades, de emociones de frustración, angustia y soledad, en definitiva, de su infelicidad.
Hay personas que quieren cambios en su vida, que quieren salir de una situación difícil, pero funcionan en automático. No quieren hacer el trabajo interno que requiere que eso se produzca y esperan que el Universo les presente los resultados que esperan, sin accionar nada ni comprometerse a nada.
Otras sin embargo hacen, hacen y hacen, tratando de controlar cada situación que viven, dejando que su único soporte sean ellas mismas, sin confiar, sin soltar, sin dejar ir.
Aprender a soltar el control…
Yo me incluyo dentro de este ultimo grupo. Soltar el control ha sido y es uno de mis grandes aprendizajes de vida, uno de los que me ha costado y me cuesta todavía, pero uno de los que más bienestar me ha generado.
Desde niña la emoción del miedo ha estado muy presente en mí, en las experiencias que he vivido, para protegerme, avisándome de que estaba en situaciones peligrosas para mí. Por eso mi parte controladora ha sido tan importante para mí, ha cumplido una función tan protectora. Controlando y haciendo todo lo posible porque las cosas sucedieran y porque otras no sucedieran, aumentaba mi sensación de seguridad. No dejaba ninguna cosa en manos de nada, ni de nadie y mucho menos en manos del Universo, porque si dependía de mí sabía que estaba a salvo, porque estaba muy comprometida en accionar lo que quería. Esta actitud me suponía mucho cansancio, mucha soledad y también mucha frustración. La realidad, y la experiencia así me lo ha demostrado muchas veces, es que no todo depende de mí y que la vida a veces me ha dado cosas y me ha presentado experiencias que han sido las mejores para mí, aunque en ese momento no haya sabido verlo.
Por eso he hablado antes que lo adecuado es el equilibrio. Tú tienes la capacidad y la responsabilidad de construir lo que tú quieres para ti, de comprometerte a accionarlo, aunque a veces ese proceso conlleve sufrir, transitar emociones desagradables, desafiar creencias que te acompañan desde hace mucho y vencer tus limitaciones.
El Universo como aliado…
Luego el Universo está ahí, para ayudarte a evolucionar, para acompañarte, para darte lo mejor para el crecimiento de tu ser, de tu alma. Haz la parte que te corresponde para lograr las cosas, para resolver situaciones, y lo que no puedas controlar entrégalo a la vida para que sea lo que tenga que ser. Muy importante, confiando plenamente en que lo que ocurra será para tu bien mayor, aunque tu nivel de consciencia no te permita verlo en este momento. Lo que tú no puedas controlar, entrégalo al Universo para que este lo rellene de amor para ti.
Maria Aguado es psicóloga registrada en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Especialista en terapias para personas con alta sensibilidad, para afrontar procesos de duelo o Abuso narcisista, y maternidad consciente.