Hoy me gustaría reflexionar sobre un tema recurrente en mis sesiones con las personas que he acompañado en estos últimos días. Cada día me entusiasma y me sorprende más, este proceso casi mágico, que yo llamo resonancia, aunque no sé si es el nombre exacto, pero que muestra cómo cada semana hay temas recurrentes en las sesiones y aprendizajes muy parecidos en las personas. También esos temas suelen tener que ver con cosas que a mi me mueven o me pasan, o en las que tengo puesto el foco.
Es como si nos fuéramos juntando, en este caso en la relación de ayuda, porque resonamos, porque estamos en el mismo trabajo interno. Qué generosa me parece la vida, que te va poniendo personas en tu camino, para que puedas irle dando sentido a las cosas que estás viviendo, para que puedas compartir, para que puedas ser ejemplo para otros o que ellos sean el tuyo, para que puedas ver otras miradas de la misma cosa y ell@s la tuya…
De vez en cuando me paro a tomar consciencia de esto, aunque sólo sea un minuto, y me encanta, porque me conecta con una sensación de estar en compañía y de pertenecer a algo más grande que yo , a lo que pertenecemos todos. En definitiva, me conecta con el vínculo y la pertenencia, dos necesidades básicas de ser humano.
¡Qué bonito es todo esto!
Estoy acompañando a varias personas que están en proceso de duelo de pareja, atravesando el miedo a no poder encontrar a alguien igual y otras que están buscando alguien con quien compartir su vida. En todas ellas veo algo similar, que además es lo que más sufrimiento les genera. Y es esa búsqueda de alguien desde la fantasía de que esa persona estará esperándome con mi felicidad para entregármela, con todas las cosas que yo necesito y yo no puedo darme, con todas las cosas que me gustan y que creo que yo no tengo, con la capacidad de cuidarme y amarme como yo necesito y no hago, con la capacidad de generar dinero o cosas materiales que yo no me doy o no puedo darme…
Es una elección desde la carencia, desde esas partes de mí que creen que a mí me falta y el otro lo tiene, desde esas voces que me dicen que yo no puedo y el otro si puede, desde esas partes de mí que creen que yo no sé y que el otro sí…, desde ese medio huevo que he explicado tanto en consulta estos días. Ese medio huevo que vive en busca de su otro medio huevo, para sentirse pleno completo, equilibrado y feliz.
Para mí el amor sano o auténtico no es esto. De hecho, esta situación nos lleva siempre al miedo, al desequilibrio, al abuso…en definitiva, nos separa del amor. Cuando yo desde mi consciencia de que soy solo medio huevo, me encuentro con el otro medio huevo que siento que me falta, si me da todo genial, pero si no me lo da, seguramente le presionaré y le chantajearé para que me lo dé, y sobre todo tendré un miedo profundo a que se vaya. Hoy lo he llevado al tema de la pareja, pero sería similar en otro tipo de relaciones.
Por eso para mí es tan importante, independientemente del proceso presente que esté transitando la persona, acompañarla en el proceso de ser un huevo completo. En términos no tan de andar por casa, acompañar a la persona a atender y mirar todas las partes que la forman, para irlas sanando e integrando, e irse conectando con su energía del self y atenderse y cuidarse desde el amor, la aceptación, la compasión, el coraje, la calma..
Así si yo formo el huevo completo, me encontraré con personas que sean huevos completos también, y no necesitaré que me cuide, me quiera, que me acepte, que me regale cosas… porque yo puedo hacerlo. Disfrutaré mucho, a el self le encanta estar en contacto y en vínculo, pero desde otro lugar, no desde la necesidad y desde el miedo.
Y entonces yo escucharé lo que está pasando dentro de mí y atenderé mis necesidades y así liberaré al otro de tener que atenderlas. Y si el otro se atiende a sí mismo y yo no me tengo que ocupar, me atiendo a mí mismo. Puedo ayudar al otro a ayudarse a si mismo y el otro puede ayudarme a sanar, pero desde la responsabilidad de que cada uno se ocupa de atender sus partes internas, sus heridas y así libera al otro de cargas que no le corresponden.
Maria Aguado es psicóloga registrada en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Especialista en terapias para personas con alta sensibilidad, para afrontar procesos de duelo o Abuso narcisista, y maternidad consciente.